Alberto Díez Angulo, el incombustible juéz árbitro del Open Ciudad de Béjar

Conseguir crear un torneo como el Open Ciudad de Béjar y mantenerlo durante más de dos décadas es, sin duda, un gran éxito. Por ello, es básico reconocer el gran apoyo institucional y empresarial recibido a lo largo de todo este tiempo, así como la gran respuesta por los más de 9.000 jugadores que han pasado por el. Pero sobre todo hay que reconocer el trabajo del equipo liderado por Jaime Fraile, presidente del CT Béjar y director de torneo desde su primera edición.
Y dentro de este equipo una de las piezas claves es el juez arbitro, una labor que durante veintiuna de las 22 ediciones disputadas , es decir desde el año 2004, ha recaído en Alberto Díez Angulo, sin duda una de las figuras más reconocibles del torneo y uno de sus referentes.

Y estas son sus impresiones de estos mas de veinteaños de compormiso con el Open Ciudad de Béjar:

p:¿Cómo llegaste al Open Ciudad de Béjar?

Conocí a Jaime Fraile en un club de Madrid, donde yo era profesor de la escuela. Le daba clases de tenis particulares todas las semanas. Entablamos una amistad con el tiempo. Yo sabia que él era el director del club de tenis Bejar y, en su momento, me sugirió la idea de hacer un torneo en su Club. Esa pequeña idea nos ha llevado a tener en la actualidad este maravilloso Torneo después de 22 años. 

P: En dos décadas han cambiado muchas cosas, desde las instalaciones al formato del torneo ¿Pero para ti que es lo que permanece igual que en las primeras ediciones?

Es cierto que nos hemos ido adaptando para ofrecer el mejor servicio y mantener vivo este torneo. Desde el inicio, Jaime nos contagió su ilusión haciéndonos partícipes del éxito conseguido año tras año. Esa es la principal característica que nos mueve a todos los que participamos en la organización y que mantenemos intacta desde su inicio. 

P: ¿ Y que cambios has notado en el perfil y la forma de ser de los jugadores en estos vente años?

En su inicio, el torneo acogía sólo categoría absoluto. Con el paso de los años, hemos ido ampliándolo teniendo desde Alevines a Juniors, manteniendo la categoría absoluta. Durante estos años, hemos visto crecer a muchos jugadores, que han ido pasando cada año desde los 12 años hasta cumplir la mayoría de edad, viéndoles cada año su desarrollo y evolución deportiva. Es parte de esta ilusión ver como los jugadores repiten todos los años, convirtiéndose el torneo en una cita indispensable en su calendario. Después de más de 20 años, obviamente el carácter de los jugadores a variado mucho. Son jugadores de dos décadas diferentes y sus principios y preparación evolucionan a la par que la sociedad. 

P: ¿Qué es lo más complicado desde el punto de vista de un juez árbitro de un torneo que cuenta actualmente con once categorías, más de quince cuadros y ha llegado a acercarse a los 500 inscritos?

Unos torneos con  tantos inscritos conlleva tener todo muy organizado. Todo tiene que funcionar como un reloj con el objetivo de facilitar el trabajo a los entrenadores y jugadores. Requiere muchas horas de dedicación y concentración por parte de todos los que participamos en la organización. 

P: Después de tanto tiempo, después de cada año tener una larga temporada de tenis como director del SEK Tennis ¿Qué es lo que te motiva para volver cada verano a ponerte al frente del abierto de Béjar?

Igual que para los niños, para mi se ha convertido en una semana fija dentro de mi calendario anual. Sería muy difícil explicar la motivación principal que me trae a tierras beejaranas después de tantos años, pero si tengo que destacar la característica principal, sería el trato por parte de todos los que ayudamos en la organización del torneo, que se han convertido en mi familia, así como el cariño de todos los entrenadores y jugadores con los que cada año compartimos esta semana

P: Y finalmente ¿qué es lo que hace al Open de Béjar algo especial?

Esa pregunta deberíamos hacérsela a todos los jugadores que repiten cada año. El cariño que le ponemos a su desarrollo, creo que se lo contagiamos a todos los participantes, haciendo que se encuentren como en su casa y quieran repetirlo todos los años

P: Pues muchas gracias, Alberto...¡y a por los próximos veinte años!